
En la mañana del 15 de agosto de aquel año de 1924 aparecía la Virgen tal y como la vemos en esta instantánea que, al igual que el resto de las que ilustran esta cuestión, fue captada por GELAN. La Virgen luce los bordados de faldones y palio de tumbilla ejecutados por el taller de Olmo, así como la peana realizada en plata de ley.

Tanto la bendición del nuevo monumento como la procesión contaron con la presencia de numerosas autoridades, entre las que destacó el Infante Don Carlos que portó la espada del Rey Santo durante el recorrido.
Llama la atención, a pesar de que el paso en sí se conserva prácticamente intacto, la gran diferencia con el actual en cuanto al exorno floral. Si hoy destaca por sus característicos y enormes ramos de nardos en las esquinas, por entonces el exorno no era ni siquiera escaso, sino más bien inexistente.