Sin ser la primera Dolorosa que participaba en el Vía Crucis del Consejo de Cofradías, la Soledad de San Lorenzo, haciendo honor a su advocación, fue la primera y la única hasta el momento en presidirlo en solitario.
Fue el decimotercero en celebrarse, en un ya lejano 1988, y María Santísima en su Soledad lucía lo mejor de su ajuar con el manto bordado por Josefa Antúnez entre 1867 y 1875 y que fue restaurado para este día en el taller de Rosario Bernardino. La saya, estrenada en 1875, aunque no está documentada, sigue las líneas del manto por lo que probablemente salió de las misma manos. Al igual que el manto, también había sido restaurada por la misma bordadora, pero cuatro años antes. La diadema de la Virgen es la usada en la procesión del Sábado Santo, ejecutada en oro en 1978 en los talleres de Jesús Domínguez, Vda. de Villarreal y Joyería Casa Ruiz.
Las andas iban iluminadas por los candelabros de guardabrisas que habitualmente figuran en la mesa del paso procesional y tras la solitaria Dolorosa figuraba la Santa Cruz con el sudario bordado sobre malla de seda blanca estrenado en 1910.
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