Una auténtica muchedumbre intenta disolverse en la calle Alemanes mientras la Esperanza Macarena se adentra por la estrecha Calle Placentines, eso si, perseguida por un penitente que no sabe bien que hacer con su Cruz.
La Virgen luce el palio y el manto de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, estrenados en 1930, y todavía no se ha comenzado la reforma de la orfebrería del paso de palio, lo cual nos sitúa en el primer lustro de la década de los treinta.
Pero hay algo en la fotografía que no nos cuadra en absoluto, y es la luz que ha sorprendido a la Macarena, tan cerca aún de la Catedral. Si nos fijamos en el balcón sobre el que observan la procesión tres mujeres, la sombra del mismo nos delata un sol cercano al mediodía. Por ello, nos podemos permitir el fechar esta fotografía en elViernes Santo de 1934.
En aquella madrugada la lluvia había sorprendido a la Cofradía, la cual se refugió en la Catedral, desfilando ante el paso encendido las de Los Gitanos y Esperanza de Triana (el encuentro entre las Esperanzas que no se repetiría hasta 1995). A primeras horas de la tarde, la Macarena emprendió el regreso hacia San Gil.
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